¿Inspirador el cacahuate japonés? Sí, aquí la historia de migración y amor que dio origen a este 'snack'
CIUDAD de MÉXICO - ¿Qué tienen en común Japón, los cacahuates y la Ciudad de México? Una historia de migración, amor, ingenio y adaptación: la vida de una familia que transformó su necesidad en uno de los 'snacks' favoritos de la gente, el cacahuate japonés.
Hablamos con uno de sus protagonistas, el chef Eduardo 'Edo' Nakatani, quien nos contó cómo el legado de sus abuelos, una pareja japonesa-mexicana, se mantiene vivo en su cocina y su visión del mundo.
Hablar del cacahuate japonés, nos dijo, es imposible sin mencionar cómo el amor transformó la vida de sus abuelos, Yoshigei Nakatani y Emma.
Un amor que emigró de Japón a México
Eran los años 30, apuntó el chef Eduardo 'Edo' Nakatani, cuando su abuelo Yoshigei Nakatani, originario de Japón, llegó a México en busca de una vida mejor.
Venía con la intención de trabajar en una fábrica de botones de concha nácar, pero encontró mucho más que un empleo: su vecina Emma lo cautivó desde el primer instante.
Había un obstáculo: Yoshigei apenas hablaba español. Para llamar su atención, se subía a la azotea por las tardes a tocar instrumentos: violín, armónica, flauta.
Iniciaron un noviazgo y al tiempo, como la familia de Emma no aprobaba la relación por las diferencias en la religión, se casaron en secreto.
Guerra, pérdidas y deportaciones
Para ganarse la aceptación de su familia política, nos contó el chef Eduardo 'Edo' Nakatani, su abuelo se convirtió al catolicismo.
Comenzaron su vida juntos en momentos en que el mundo se estremecía con la Segunda Guerra Mundial y las comunidades asiáticas en México eran perseguidas. Muchos japoneses, recordó 'Edo' fueron deportados en ese tiempo.
La familia Nakatani enfrentó tensiones, miedo constante y la pérdida de dos hijos.
Pasado el tiempo, tuvieron que buscar nuevas formas de sostenerse.
El nacimiento de un primer 'snack'
Cuando el trabajo de botones dejó de ser viable, su abuelo recordó su gusto por la cocina. Y así fue como nació un 'snack', al que llamó “Oranda”, hecho con harina, levadura, sal y chile.
“Creemos que el nombre viene de un pez ornamental de color naranja llamado Leo Holandés, pero por la pronunciación terminó siendo ‘Oranda’”, explica 'Edo' Nakatani.
Su abuela Emma, mencionó, fue clave en el éxito.
“Ella es la heroína de esta historia”, aseguró su nieto. Se encargaba de negociar la compra de ingredientes, gestionar la producción e incluso diseñar maquinaria para optimizar el trabajo.
Además, Emma atendía las labores del hogar mientras, junto a su esposo, cocinaban los 'snacks' en Carretones 81, una casa que ya no existe.
De la escasez al cacahuate japonés
En los años 40, ante la falta de ingredientes tradicionales como harina de arroz glutinoso o salsa de soya, Yoshihei Nakatani adaptó una receta japonesa con insumos mexicanos.
Inventó su salsa de soya, utilizó chiles mexicanos para aportar el picor y creó un caramelo con un tono similar a los 'snacks' japoneses.
“No existía ni la salsa de soya ni frijol de soya en México”, recordó el chef 'Edo'.
Pero esa limitación, como muchas veces ocurre en las historias de migración, fue una oportunidad para innovar.
Así surgió el cacahuate japonés, elaborado en casa con una producción artesanal de unos 500 kilos por semana.
Lo hace aún más particular que el cacahuate japonés no es frito, es tostado.
La empresa familiar creció cuando los hijos de Yoshigei tomaron las riendas del negocio en los años 70.
“Mi tío Armando y mi mamá llevaron la fábrica al siguiente nivel: llegaron a producir 13 toneladas de cacahuate por día”, señaló el chef 'Edo'.
El producto se distribuyó por todo México y se convirtió en un clásico en las tienditas, los carritos de la esquina y en las reuniones familiares.
Fideo Gordo: comida con raíces y causa
Hoy, 'Edo' Nakatani dirige Fideo Gordo, un restaurante ubicado en la colonia Roma, en una de las zonas más icónicas de la Ciudad de México.
El local está lleno de historia: pinturas familiares, libros de cocina, una barra central y una atmósfera cálida que invita a quedarse.
“Hoy más que nunca sentimos que este proyecto tiene total sentido. Vivimos un momento complejo, con mucha polarización, y la comida es una manera de contar una historia”.
Su cocina fusiona técnicas japonesas con ingredientes mexicanos y referencias de otras partes del mundo. “Voy creando fideos que ya echaron raíces aquí”.
“La comida es política. Muchos cocineros tenemos esa posibilidad de alzar la voz y en mi caso, contar una historia de migración”, dijo 'Edo'.
"El mostrar nuestras historias es mandar un mensaje como migrantes, no solo tomas, también das y das mucho", agregó.
Aunque la empresa familiar fue vendida a Nestlé, el legado sigue vivo. En los puestos callejeros, en los supermercados y en el corazón de los mexicanos. El cacahuate japonés es un 'snack' que acompaña viajes, partidos de fútbol y sobremesas, dentro y fuera del país.