Si en verdad amas a tu hijo, no le des todo: un psicólogo te explica por qué
Ver una sonrisa en la cara de tus hijos da una sensación cálida e incomparable, ¿verdad?. Sin embargo, en muchas ocasiones es preferible ser testigo de sus rabietas, ya que el hecho de complacer siempre a un niño, es altamente perjudicial para su futuro.
No sólo se habla del ya conocido Síndrome del Emperador (condición donde un menor cree que lo merece todo "sólo por existir" y se vuelve agresivo). Los daños de "dar todo", afectan más a los hijos que los padres.
Si bien un infante tirano resulta en un dolor de cabeza para sus tutores, el psicólogo Fredric Neuman enfatiza en lo mucho que sufrirá un "adulto malcriado" que haya recibido todo lo que quería en la infancia.
En primer lugar, tendrá baja tolerancia a la frustración y una gran probabilidad de ser un adulto violento. Puede que la inteligencia emocional llegue con la edad, pero Neuman destaca que muchas de las respuestas de negociación en la adultez, tienen su premisa en la infancia.
Si un niño no aprende a lidiar con las negativas, o bien, obtiene todo lo que quiere apenas hace berrinche; con los años esto se traducirá en conductas agresivas a nivel emocional o físico.
El infante que crece con sus caprichos cumplidos a la menor provocación, será incapaz de desarrollar madurez y de buscar las cosas por su propio mérito. En cambio, buscará aliados similares a sus padres, sólo que "reflejados" en sus amigos o su pareja, perjudicando sus relaciones en gran medida.
En resumen: un niño malcriado será infeliz cuando crezca. De manera inconsciente, siempre se sentirá engañado por el entorno idílico que le mostraron sus padres.
Sin disciplina propia y sin tolerancia a la frustración, el adulto malcriado fracasará en su trabajo y en una gran diversidad de situaciones sociales.
En su bibliografía, Neuman añade que muchas de las condiciones mentales que se consideran "males modernos", preceden a los niños consentidos en exceso: la ansiedad, la depresión, y el narcisismo son las principales.
Un niño amado es aquel que es criado para ser independiente y tolerante. Lo mejor para que los hijos crezcan autosuficientes, es negarles algunos permisos o cosas... las rabietas no faltarán, pero serán algo muy intrascendente si se comparan con las secuelas psicosociales que radican en un adulto malcriado.
La clave además, es mantenerse firme en las decisiones una vez que el niño haya recibido un "no" como respuesta. La sincronía comunicativa entre los padres es esencial para evitar contradicciones o mensajes confusos.
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