¿Cuánto gasta EEUU en ayuda internacional como para qué Trump y Musk se ensañen con USAID?
Donald Trump sigue con su plan de desmantelar la Agencia para el Desarrollo Internacional del gobierno de Estados Unidos, USAID, pese a las advertencias sobre las consecuencias para programas de cooperación de los que dependen vidas o la salud de poblaciones enteras y la legalidad del proceso de desmontar por vía ejecutiva una agencia establecida mediante una ley del Congreso.
El proceso avanza aceleradamente, al punto que esta semana se cerró el del personal a las oficinas de la agencia en Washington y se ordenó la repatriación de los miles de estadounidenses que trabajan en diferentes proyectos en otros países.
La agencia de noticias AP informó que el objetivo es que queden unos 300 empleados (de los 8,000 que trabajan ahora en los programas de USAID, entre funcionarios y contratistas) que coordinarán con unos 5,000 empleados internacionales contratados localmente en el extranjero los programas que salvan vidas y que la istración dice que mantendrá funcionando.
Desde que tomó posesión el 20 de enero, Trump ordenó una congelación de fondos que ha cerrado la mayoría de los programas de la agencia en todo el mundo, y casi todos sus trabajadores han sido puestos en licencia istrativa o suspendidos. Sin embargo, un juez pausó temporalmente el viernes pasado las licencias obligatorias que afectaban a cientos de empleados de USAID.
Trump y su “asesor especial”, el billonario Elon Musk (al frente del llamado 'Departamento de Eficiencia Gubernamental') quieren eliminar USAID como agencia independiente y supeditarla al Departamento de Estado, algo que congresistas demócratas y otros califican dicen que no se puede hacer sin aprobación del Congreso.
Por un “puñado” de (miles de millones) de dólares
El episodio de USAID ha sido presentado por la Casa Blanca como parte de su lucha contra el “desperdicio, fraude o abuso” en el gasto público y parte de la reestructuración con la que Musk ofreció a Trump recortar $2 billones (trillions, en inglés) del presupuesto federal.
En su página web, el Departamento de Estado presenta una explicación de por qué se ha ordenado la detención de los fondos destinados a la ayuda internacional, en la que asegura que el gasto en “representa cuatro de cada diez dólares de la ayuda humanitaria mundial”.
Y aunque el país ha sido tradicionalmente el mayor proveedor de fondos para el desarrollo, se trata de menos del 1% del gasto anual del gobierno federal, por lo que su desarticulación no avanza demasiado en el objetivo del nuevo gobierno de recortar en un tercio ese gasto.
USAID financia iniciativas en alrededor de 100 países con programas que van desde sanidad o planificación familiar al reforzamiento de comunidades y a la libre información.
La asistencia puede incluir el suministro de productos básicos y equipos; asistencia técnica para el desarrollo a gobiernos aliados o beneficiarios locales; financiación para infraestructura de transporte, agua o energía; apoyo al presupuesto de gobiernos extranjeros y organizaciones internacionales, y préstamos directos o garantías de préstamos.
Todos esos trabajos quedaron en suspenso con el caos que generó el congelamiento de fondos ordenado por Trump apenas llegar a la Casa Blanca.
“Sin la pausa, los contribuyentes estadounidenses habrían proporcionado condones (y otros servicios anticonceptivos) en Gaza, servicios de mercadeo de justicia climática en Gabón, programas de energía limpia para mujeres en Fiji, apoyo a programas de desarrollo de género, planificación familiar en toda América Latina, educación sexual y programas pro-aborto para niñas en todo el mundo, y mucho más”, indica el Departamento de Estado.
Aunque con las excepciones de asuntos de género y aborto, que son anatema para los conservadores, la publicación no explica por qué esos programas “no hacen que Estados Unidos sea más fuerte, más seguro o más próspero”.
No toda la ayuda la canaliza USAID
Pero no toda la ayuda internacional que sale de Washington es istrada USAID. Según la base de datos FedScope, para marzo de 2024, la agencia desembolsó tres de cada cinco dólares de asistencia exterior.
Otros fondos provienen de los Departamentos de Estado ($21,000 millones o un 30% del total destinado a la asistencia), Tesoro, Salud y Servicios Humanos, la Corporación Reto del Milenio y otras 16 agencias.
Independientemente de las cantidades que sean y de quién sea el que financia, la cruzada de Trump y Musk contra USAID parece aprovechar una percepción entre cierto sector de la población de que el país invierte demasiado en ayudas a otras naciones y que eso descuida necesidades nacionales que necesitan fondos.
Una encuesta de Reuters/Ipsos publicada esta semana muestra que el 56% de los consultados está de acuerdo con congelar los fondos de ayuda destinados al exterior (no así cortes en los programas nacionales, algo a lo que el 62% se opone).
Embates de la política "EEUU primero"
Existe una vieja corriente de opinión en Estados Unidos de quienes rechazan el desmedido rol internacional que ejerce Washington desde tiempos de la Segunda Guerra Mundial (1939-45) alimentada por el tradicional aislacionismo del país. Esos grupos, mayoritariamente de tendencia conservadora, rechazan que el país se involucre en guerras internacionales o que incluso “gaste” dinero del contribuyente en países menos desarrollados, donde pueden usarse para alimentar sistemas que perciben como corruptos.
Con la premisa de “EEUU primero” que promueve el gobierno de Trump (copia de un movimiento que en los años 30 intentó mantener al país fuera de las “guerras europeas” y del que el famoso aviador Charles Lindbergh era su cabeza más visible) se da la oportunidad de satisfacer a quienes quieren ver un repliegue en las tareas estadounidense en el exterior.
La Asociación Estadounidense del Servicio Exterior y la Federación Estadounidense de Empleados del Gobierno presentó esta semana en Washington una demanda ante un tribunal federal para se obligue a reestablecer el trabajo de la agencia argumentando que no se tomó en cuenta "las consecuencias catastróficas de sus acciones, tanto en lo que respecta a los trabajadores estadounidenses, las vidas de millones de personas en todo el mundo y los intereses nacionales de Estados Unidos".
Para Stewart Patrick, director del Programa de Orden Global e Instituciones del Carnegie Endowment for International Peace, el ataque a USAID evidencia "el desdén del presidente Donald Trump y su istración por la reputación global de Estados Unidos"
"El episodio revela el nihilismo transaccional en el corazón de la política exterior de Trump, que no reconoce ningún propósito positivo para Estados Unidos en los asuntos mundiales. Los propios estadounidenses sufrirán los daños de estas decisiones equivocadas" afirma Patrick.
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