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Mundo

Este adolescente sobrevivió 7 semanas en alta mar y su historia es asombrosa y conmovedora

Publicado 25 Sep 2018 – 02:38 PM EDT | Actualizado 25 Sep 2018 – 02:38 PM EDT
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Según el Jakarta Post, que difundió la historia, Aldi Novel Adilang, un joven indonesio de 18 años, tiene «uno de los trabajos más solitarios del mundo».

Su trabajo consiste en mantener encendido durante todas las noches un foco a bordo de una pequeña embarcación para atraer a los peces hacia una red de pesca.

Su balsa, equipada con una humilde chabola, está atada al fondo del mar con una soga, y estacionada a 125 kilómetros de la costa de Indonesia. Su única posibilidad de o con el resto del mundo es una pequeña radio portátil, una especie de walkie-talkie, que utiliza para comunicarse con otros botes de pescadores.

El joven suele pasar 6 meses en alta mar realizando este trabajo. Cada semana, el dueño de la embarcación, quien lo contrató, llega hasta allí para recoger la pesca y llevarle su abastecimiento semanal: comida, gas para cocinar, agua y combustible para el generador.

Sin embargo, esta rutina ya de por sí solitaria y tediosa se vio trágicamente alterada el pasado 14 de julio, cuando un fuerte viento provocó la ruptura de su anclaje, empujó su embarcación mar adentro y lo dejó flotando a la deriva en el Pacífico.

El joven fue rescatado 49 días después por una embarcación de bandera panameña que había partido de Guam, que lo encontró en alta mar a casi 2000 kilómetros de distancia de su ubicación original.

Una hazañosa supervivencia

«Estuve en la balsa por un mes y 18 días» le dijo después el joven indonesio a AP. «La comida se me terminó en la primera semana».

Reveló que muchas veces avistó otros barcos y encendió su foco para que lo vieran, pero ya ni recuerda cuántos pasaron de largo, sin percatarse del drama que estaba viviendo el adolescente a bordo de su balsa.

Para beber agua, mojaba sus medias en el mar y luego las escurría. Los días de lluvia podía beber por fin algo que no fuera agua salada.

Cuando su comida se terminó, comenzó a cocinar la propia pesca que iba capturando. Pero eventualmente también el gas para cocinar se terminó.

Allí comenzó a quemar pedazos de madera de su propia balsa para cocinar.

«Pensé que nunca volvería a ver a mis padres» recordó después, «por eso rezaba todos los días».

«Nos dijo que estaba muy asustado y lloraba todo el tiempo» reveló uno de los diplomáticos japoneses que coordinó el regreso de Aldi y su reunión con su familia.

La pequeña radio portátil fue crucial para su rescate.

«Cuando vi la nave encendí el foco y grité “Help” por el handy» detalló. «El barco había pasado como a una milla de distancia y no me habían visto, pero después volvieron. Quizá porque hablé en inglés».

Alfian Adilang, el padre del joven, dijo a AP que estaba muy contento por su regreso pero furioso con su empleador.

Resulta que esta no es la primera vez que la balsa en la que Aldi realiza su trabajo (por el que le pagan $130 dólares al mes) queda a la deriva tras romperse la soga que la sujeta al lecho del mar. Ya había sucedido dos veces antes, pero no había vientos tan fuertes y en ambas oportunidades pudo ser rescatado a tiempo por su empleador.

Después de esta experiencia, Aldi asegura que ya no quiere seguir trabajando en esto. Lo cual no suena sorprendente.

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