Si tienes un niño rebelde, no temas: es la crisis de los 7 años y te decimos cómo enfrentarla
Conforme la cultura de las “ mamás millennials” avanza en redes sociales, los testimonios apuntan inevitablemente a coincidencias muy curiosas entre todas ellas.
Y es que más allá de los consejos básicos que éstas madres recibieron de sus allegados, cada una ha encontrado su propio espacio para compartir sus consejos, inquietudes, y desahogos.
En el ramo de la psicología y la salud mental de los infantes, diversas mamás hicieron hincapié en la “adolescencia temprana” de sus hijos en cuanto cumplen los dos años.
A dicha edad, los niños parecen más berrinchudos, llorones y traviesos de lo usual… pero para muchas mamás, aquello es sólo el preámbulo para otra “adolescencia” venidera: la de los siete años.
De acuerdo a la prestigiosa pedagoga Bobbi Wegner, los dos y los siete años de edad, pueden ser tan difíciles como cualquier adolescencia. En su bibliografía, Wegner incluso nombra la “crisis de los 7 años” o "la crisis de la escuela primaria".
Se trata de una edad en que los niños comienzan a sentir más independencia en sus elecciones, así como en su propia autonomía como individuos (aunque no puedan nombrarla como tal).
Si bien los menores pueden elegir qué comer de vez en cuando, cómo vestirse, o qué cuento quieren que les leas; el problema es cuando quieren traspasar esos límites.
Si tu hijo de seis, siete u ocho años llega a gritarte, a rehusarse a todo lo que le pides que haga, o incluso a chantajearte; tienes a la vista un claro caso de “crisis de los 7”.
Para mitigarla, Wegner tiene claras recomendaciones que evitarán ponerte al borde del colapso:
Wegner recomienda que en añadidura a lo anterior, no cedas ante los berrinches de chantaje: si tu hijo ya muestra algunos comportamientos con cierta “malicia”, es porque sabe cómo puede controlarte. Sé prudente y evita que desarrolle el “Síndrome del Emperador”.
La galardonada pedagoga también afirma que en los casos más graves, nunca hay que descartar la ayuda de un terapeuta. Enfrentar el crecimiento de un hijo es distinto en todos los casos, y los tabúes que exigen a los padres ser “perfectos y arreglárselas solos” ya no deberían existir.
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